Adulto Mayor y Sarcopenia
La sarcopenia es una enfermedad que afecta a la funcionalidad del aparato locomotor, con causas multifactoriales, caracterizada por el declive de diferentes sistemas (neuromuscular, metabólico-inflamatorio, neuroendocrino y vascular), la pérdida de fuerza, masa muscular y función muscular de forma progresiva asociada con el envejecimiento, y que conlleva el aumento entre otros, de la dependencia de estos individuos o incluso el aumento de la mortalidad, por lo que es absolutamente necesario un tratamiento precoz.
En la treintena nuestro sistema musculoesquelético comienza a sufrir de forma progresiva (aunque lenta) pérdida de masa y fuerza musculares. En los 50 disminuye alrededor del 2%, llegando en algunos casos al 3% a los 65. Por supuesto, esto varía entre individuos y sexos, siendo las mujeres, por cuestiones asociadas a la menopausia, las que lo sufren en mayor medida, y las personas sedentarias las que son más propensas a una sarcopenia temprana.
Cierto es que todavía no se ha establecido al 100% el nivel de pérdida de masa muscular o de funcionalidad del aparato locomotor, con el que a un adulto se le consideraría afectado por la sarcopenia.
El ejercicio físico, está demostrando ser una herramienta muy útil para combatir y prevenir la sarcopenia, y que, con adaptaciones e individualizaciones no tiene contraindicaciones en personas de la tercera edad.
El papel del trabajo físico en la prevención de la sarcopenia
El trabajo físico a realizar incluiría:
– Entrenamiento aeróbico (ganar resistencia cardiovascular): Este trabajo también hace que aumente el número de capilares por fibra muscular, mejorando el flujo sanguíneo de los músculos.
– Entrenamiento de fuerza (principal, para atenuar la pérdida de masa muscular): Fortalecer el músculo esquelético, reduce la grasa corporal y aumenta la densidad ósea, atenuando así el efecto de la osteoporosis. El aumento de la fuerza muscular influye directamente en la capacidad de mantener el equilibrio.
– Entrenamiento neuromuscular y de flexibilidad (mejora de equilibrio y propiocepción, con el objetivo de mejorar la postura y prevenir las caídas): Este tipo de ejercicios permiten que los músculos y los tejidos mantengan su estructura. En este sentido, los ejercicios de flexibilidad son los que permiten moverse a través de un rango completo de movimiento, con el objetivo de disminuir riesgo de caídas y contribuir a los cambios del envejecimiento, en dicho caso puede ser estiramiento estático, dinámico, activo o combinado. Esta va perdiéndose con el paso de los años y se acentúa por las modificaciones en el sistema óseo, así como en el acortamiento de los tendones y debilidad muscular.
Un buen plan de entrenamiento es clave para abordar la sarcopenia y disfrutar de una vida plena y saludable.
La frecuencia ideal sería un mínimo de 2 sesiones semanales, con 48h de descanso entre sesiones, aunque como ya se ha mencionado anteriormente, todo dependerá de la persona y del trabajo a realizar, ya que no es lo mismo la movilidad que la fuerza.
Obvio es que para tener los mejores resultados hay que complementar todo el trabajo físico con una alimentación equilibrada y que, cuanto antes se comience a trabajar, mayores serán los beneficios y también evitaremos que la sarcopenia se instaure en nuestro cuerpo.
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Artículo escrito por Blanca Rodriguez, entrenadora personal de T-Center. Blanca es especialista en Biomecánica Aplicada y Valoración Funcional así como en entrenamiento en la prevención y readaptación de lesiones.